Lo peor que pude hacer nunca es dejar que te fueras. Despedirme diciéndote que todo iría bien, con una sonrisa en los labios y los ojos anegados en lágrimas. Darte un abrazo mientras el alma se me hacía pedazos. Ojalá nunca lo hubiera hecho. Ojalá te hubiera rogado que te quedaras junto a mi y no te marcharas. Ojalá...
Pero te fuiste, por el bien de los dos. Te fuiste, para que pudiéramos ser uno. Te fuiste.
Pero yo no sé vivir sin ti.