En noches de luna fría,
con calor que hiela el alma,
entre luces de tinieblas
pasa la Santa Compaña.
Puntos de luz obscurecen
del anochecer al alba
toda la tierra, y los cielos
cubiertos de nubes bajas.
En la penumbra que queda
por estar iluminada
por fuegos fatuos de trueno
que del cementerio escapan,
todo un desfile de espectros
entre los pinares pasa,
alucinando las mentes
y destrozando las almas.
Las viejas rezan muy tristes
metidas entre las sábanas.
Los mozos quedan hiposos,
las mozas lloran calladas
asustadas por el paso
de la tropa endemoniada.
Pasa la Santa Compaña,
la Santa Compaña pasa.
En los cuerpos entra el frío
de un amanecer de helada,
y el subconsciente se quiebra:
pasa la Santa Compaña.
¿Por qué tiemblan en sus nidos
los gorriones, urracas,
las tórtolas y cuclillos
que al atardecer cantaban?
¿Por qué los perros mastines
que al jabalí le dan caza,
gimen, gimen asustados
sin saber lo que les pasa?
En la noche de invierno
pasa la Santa Compaña.
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