miércoles, 2 de abril de 2014

Reflexiones nocturnas

Lo leí hace poco: “en la vida existen dos caminos, el que es fácil y el que es justo”. El primero te regala una maravillosa vida terrenal mientras se cobra su precio dejándote sin conciencia o moral, pudriéndote por dentro como una enfermedad. El otro te premia con una conciencia libre y tranquila, pero para conseguirlo estás expuesto al dolor del mundo. Dios, por amor, nos hizo libres, libres para elegir el camino por donde llevar nuestras vidas; pero, Dios que es amor, cometió tamaña crueldad al crearnos así ya que hagamos lo que hagamos las personas con nuestra vida, nunca estaremos libres del sufrimiento. Del dolor. Porque somos seres viles y despreciables, no merecedores de ese Amor, ni siquiera de un poco de Compasión, pues, vayamos donde vayamos lo único que conseguimos es, sin quererlo, generar odio, eso es algo inherente al ser humano, ¿Por qué, oh Amor de los amores, nos hiciste capaces de odiar, por qué nos hiciste libres de lograrlo? Es imagen y semejanza que no igualdad, eso bien lo comprendo, pero no soy capaz de imaginar que semejanza puedes Tú tener con el odio, con la vileza. ¿Es algo generado sólo por nosotros, sin influencia más que mundana? Entonces el mundo nos odia, nosotros odiamos y nosotros NOS odiamos. Y no lo entiendo. El mundo es Amor venido a nosotros directamente de tus manos, ¿cómo puede odiarnos? Somos nosotros los que, con nuestra maldita libertad, nos metemos en tamaños problemas. Y soy yo, sin culpa de nadie, la primera que se odia.

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