miércoles, 28 de agosto de 2013
Ausencia es soledad
Allí estaba Ella, en aquella habitación abarrotada de gente y sintiéndose totalmente fuera de lugar. No debería: estaba en su mundo, en su ambiente, escuchando la música que le gustaba, rodeada de amigos... pero sola. Su cara no era más que una máscara que reflejaba todos los sentimientos que Ella no sentía y que, acaso quizás, nunca sintió. Sus hombros seguían la música, su mano sujetaba un vaso medio vacío, su cabeza asentía cada vez que la conversación así lo requería; pero Ella no estaba allí. Nunca lo estuvo, nunca en su totalidad, y sabía que esa ausencia, una vez más pasaría desapercibida... como Ella. Se movió en medio de toda esa gente buscando un lugar donde respirar aire fresco, aire que combinase con el frío que emana de su interior. Un cigarrillo, dos, tres... había perdido la cuenta mientras en el interior nadie notaba su ausencia. Miró hacia las pocas estrellas que lucían en esa noche otoñal y se sintió más sola que nunca, porque se había abandonado a sí misma, porque no se había percatado, hasta ese momento, de su propia ausencia.
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