viernes, 30 de agosto de 2013

Lienzo en blanco

Uno de los más grandes defectos de los seres humanos es la tendencia a querer controlar todos y cada uno de los detalles que guarden relación con su vida y entorno. Algo, lógicamente, del todo imposible.Más hay quién piensa que así es, que los hilos de la marioneta que es su vida los mueven ellos, y sólo ellos, y aún tienen la "decencia" de engañarse a sí mismos y a los demás, modificando los hechos, palabras y gestos, pasados y presentes, reescribiendo la memoria de cada uno para que coincida con su ideal de vida. Y personas que aún se sorprenden cada vez que pequeñas puntadas se escapan del tejido, y se enfadan cuando algo escapa a sus posibilidades. Como niños que juegan a dirigir un teatro de sombras chinas, así queremos dirigir nuestra propia vida punto por punto; y puede ser grotesca, puede tener algo de telenovela, pero por lo menos cae en la conciencia de cada uno que, todo ello, está en sus manos. Se equivocan. Más quién no a caído en esa dinámica, al contemplar su primer fallo, al desmoronarse uno a uno los pilares que sostenían sus sueños, de contemplar a través del cristal de una ventana y no percibir nada, y solo sumergirse en el silencio; dejar fuera autocompasión, reflexiones, mudas protestas... y quedarse en silencio. 

A veces solamente basta ese silencio para comprender que en verdad esa no es tu realidad, un silencio que haga perdurar la melodía en la partitura. Y aunque sabes a dónde quieres llegar no sabes como hacerlo, no sabes hacia donde mirar, ir, venir, marchar... cambiando una y mil veces de lugar hasta encontrar tu sitio, ese lugar en el cual encajas a la perfección. En la mayoría de los casos lo que se consigue es dejar de lado la burda copia de la farsa que hiciste de tu vida. Y no te engañes, tú no lo decidiste así. No eres el guionista de tu historia.

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